miércoles, 11 de febrero de 2009

Ilusión

Es en el desierto de la soledad y la vacuidad que el miedo a la muerte y la necesidad de autoafirmación se descubren como algo ilusorio. Cuando esto se ve de frente, la angustia no es necesariamente vencida, pero puede aceptarse y comprenderse. Así, en el corazón de la angustia se hallan los dones de la paz y de la comprensión: no simplemente en la iluminación y en la liberación personales, sino mediante el compromiso y la afinidad, ya que el contemplativo debe asumir la angustia universal y su ineludible condición de ser humano mortal. El solitario, lejos de confinarse en sí mismo, se convierte en cada ser humano. Habita en la soledad, la pobreza y la indigencia de cada ser humano.

Es en este sentido que el ermitaño, según Filoxenes, imita a Cristo. Pues es Cristo. Dios toma para Sí la soledad y el desamparo del ser humano: Todo ser humano.

Desde el instante en que Cristo se fue al desierto para ser tentado, la soledad, la tentación y el hambre de cada ser humano se volvieron la soledad, la tentación y el hambre de Cristo. Pero en cambio, el don de la verdad con que Cristo disipó los tres tipos de ilusión ofrecidos en su tentación (seguridad, prestigio y poder) puede convertirse en nuestra propia verdad, sólo si podemos aceptarlo. También se nos ofrece en la tentación.

Dijo Filoxenes: "Ve tú al desierto sin llevar contigo nada del mundo, y contigo irá el Espíritu Santo. Mira la libertad con que Jesús se fue y vete como El. Mira dónde ha dejado las reglas del mundo, deja tú las reglas del mundo donde El dejó la ley y sal con El a combatir el poder del error.

¿Y dónde se encuentra el poder del error? Después de todo hallamos que no está en la ciudad, sino en nosotros mismos.

- Thomas Merton - "Paz Personal, Paz Social"

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